LEER: Desde los que hacemos posible Todos los Nombres de Porcuna, quisiéramos pedir disculpas a todas aquellas personas que se han puesto en contacto con nosotros a través de e-mail o facebook solicitando información sobre sus familiares, y que a día de hoy no les hemos contestado. Creo que son unas 25 peticiones las que tenemos sin atender, pero es que los medios de los que disponemos son escasos y el trabajo se nos acumula.

Gracias por vuestra paciencia, y esperemos contestar a vuestras peticiones lo antes posible.


- El monumento a la intolerancia y al fascismo se renueva en Porcuna (Jaén)
- El monumento a los "Caídos" sufre una gamberrada.
- Por la retirada de nombres y símbolos franquistas de Porcuna.
- Calles relacionadas con el franquismo y su exaltación en Porcuna
- La peculiar memoria histórica en Porcuna.

lunes, 30 de julio de 2012

Manuel Arjonilla Toribio, muerto en combate y desaparecido


Manuel Arjonilla Toribio, muerto en combate
Manuel Arjonilla Toribio con uniforme de infantería republicana
Manuel Arjonilla Toribio nació en Porcuna en el seno de una familia humilde de 8 hermanos un 19 de junio de 1918. Si bien en vida no se significó políticamente, por el contrario, un hermano mayor que él, Antonio, desde muy joven fue un concurrente activista político vinculado al partido comunista. Serían estas inquietudes políticas de su hermano las que motivaron que Manuel Arjonilla se incorporara como miliciano voluntario en los primeros compases de la contienda incívica de 1936 a la edad de 18 años.

De él son pocos los datos de los que disponemos, al igual que de cientos de jóvenes porcunenses que dejaron su vida en los campos de batalla. Como decimos, es poca la información con la que contamos, pero la suficiente para rendirle un caluroso homenaje desde nuestro modesto blog. Una partida de nacimiento del registro civil de Porcuna; una fotografía como soldado del Ejército Popular Republicano en el arma de infantería y un puñado de recuerdos transmitidos oralmente por su sobrina, Sofía Arjonilla Alday, que a su vez los recogió de Heliodoro (Rivas) Sánchez, compañero de armas. Estos son los jirones que la Historia nos ha legado. 
Manuel Arjonilla Toribio murió en combate a la edad de 19 años, alcanzado por una bomba que lo destrozó. Previsiblemente sería a partir de marzo de 1937 en algún frente de guerra aún por precisar, pero que pudo ser perfectamente los aledaños de Madrid, en la conocida como batalla del Jarama, donde combatieron y murieron muchos porcunenses. La noticia del fallecimiento de Manuel la dio Heliodoro R. Sánchez, que lo vio morir, a su hermano Antonio. Éste, según nos transmite Sofía, quedó consternado con la noticia, pues en suma, su hermano Manuel había muerto en combate defendiendo aquellos ideales que él tanto propagó en casa y en la calle.

El caso de desaparición de Manuel Arjonilla Toribio no es el único de nuestra triste guerra. Fueron muchos los combatientes, pero también los fusilados ilegalmente, que hoy por hoy no constan en los registros civiles de sus pueblos o lugar de fallecimiento. El franquismo apostó por borrar de la historia el genocidio que él había provocado. Por ello, un recurso frecuente fue no inscribir a las víctimas de su propia barbarie. ¡Borrar las huellas del crimen fue su máxima preocupación!. Esto que podría tener cierta lógica durante la dictadura, es cuando menos una contradicción en un estado llamado democrático y de derecho como el actual. Una democracia que no reconoce a los que dieron su vida por ella, y que no dignifica sus nombres inscribiéndolos en los registros civiles, es una mesocracia de sociología franquista, que nada o muy poco le interesan los derechos humanos. La reparación, sin miedos y sin complejos, por higiene democrática, por convivencia pacífica, debería ser una máxima de los gobiernos y los juzgados de este país. Desde aquí, desde esta ventana rota de internet, animamos a todos los familiares víctimas del genocidio franquista a que inscriban a sus muertos en los registros civiles de sus localidades, y así, de paso,  dignificar su existencia y cuantificar a las víctimas.
Descanse en paz Manuel.


FUENTES:

- Fotografía y testimonios de sus sobrinas, Eli y Sofía Arjonilla Alday, 2012.
- Acta de nacimiento de Manuel Arjonilla Toribio. Registro Civil de Porcuna, 2012.


Uniforme de Carabinero, tomado de "Uniformes Españoles Contemporáneos"


Adenda a 2 de octubre de 2012:

Hace unos días, tras consultar previamente el Centro Documental de la Memoria Histórica, pudimos ampliar la información que teníamos sobre Manuel Arjonilla Toribio, y de paso confirmar que su muerte no se produjo en 1937, sino en 1938 o 1939. En el Boletín Oficial del Instituto de Carabineros de 5 de febrero de 1938 (número 10. Barcelona), en la página 135 se detalla una relación de admitidos en dicho Cuerpo, donde se incluye a nuestro paisano. Por otro lado, hemos podido verificar a través de la fotografía cedida generosamente por sus sobrinas Eli y Sofía Arjonilla Alday, que Manuel Arjonilla Toribio vestía el uniforme de gala del Instituto de Carabineros, por lo que se deduce que su muerte, confirmada por testimonios orales, tuvo que ser posterior a febrero de 1938. No hay que olvidar que dicho Cuerpo, aunque entre sus funciones se encontraban la de mantener el orden en la retaguardia, también fue utilizado por la República como infantería de combate en varios frentes.

La documentación obtenida (3 folios) del Centro Documental de Memoria Histórica ha tenido un coste para TLNPorcuna de 2,94 €.

Fuente:

- Boletín Oficial del Instituto de Carabineros, portada y páginas 133 y 135. Centro Documental de Memoria Histórica. Ministerio de Cultura. Hemeroteca, signatura 83 1938,10,135.






Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)
nombresporcuna@gmail.com




Precio en Amazon: 31,35 €

sábado, 28 de julio de 2012

Los documentos del "Tribunal Permanente del IX Cuerpo de Ejército Republicano". Jaén

 "Por ignorancia, muchos mozos no se presentaban a la Caja de Reclutas, siendo declarados como desertores. Es lo que se conocía como deserción simple, es decir, por desconocimiento"

Dos días, con sus horas correspondientes, y aprovechando las vacaciones, llevamos trabajando en el Archivo Histórico del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla. El objeto no ha sido otro que realizar una pequeña prospección documental en 19 cajas (solo hemos consultado tres por el momento) que contienen documentación referente a la Auditoría de Guerra del IX Cuerpo del Ejército Republicano, 20ª División, con sede en la provincia de Jaén, aunque su ámbito de competencia abarcaba varias provincias andaluzas.  Según la base de datos disponible en el Archivo, el número de sumarios, causas o diligencias previas abiertas a militares o paisanos en edad militar o movilizados por quintas, asciende a 871 expediente, aunque muchos de ellos contendrían relaciones nominales más extensas.

Sumarios del Tribunal Permanente del IX Cuerpo de Ejército Republicano con sede en Jaén.
Expedientes consultados del Tribunal Republicano del IX Ejército.

En cuanto a la cronología de los documentos, éstos ocupan principalmente los años 1937 y 1938, momentos en los que se formaliza el Ejército Popular Republicano y el procedimiento jurídico castrense; aunque también existen interesantes documentos del año 1936, sobre todo en lo referente a los Batallones de Milicias de Jaén; y del año 1939, aunque en menor medida, según los documentos consultados por nosotros hasta el momento.

2º Batallón de Milicias de Jaén. Frente de Guerra
Sello del 2º Batallón de Milicias de Jaén (1936)
En cuanto a los delitos perseguidos por los tribunales castrenses republicanos, son predominantes la deserción simple, es decir, hacer caso omiso a los llamamientos a filas de las distintas quintas; así como la deserción de los militares ya enrolados en las milicias o en las Brigadas Mixtas. La deserción, como decimos, es el delito más perseguido y continuado a lo largo de la guerra. Ésta predominó durante los primeros meses de 1937, cuando el ejército fascista se diseminaba como una mancha de aceite por toda la provincia de Córdoba y penetraba en la jiennense. El miedo, pánico dirímos, que provocó la avición fascista en el campo leal, provocaron muchísimas deserciones, motivadas en muchos casos por la presencia de familiares en el terreno ya conquistado por los rebeldes. Entre los desertores, destacan los militares profesionales, soldados y mandos medios diríamos, que con armamento o sin él, se pasaron al enemigo confraternizando con su causa. A éstos se les consideró traidores y desafectos, siendo declarados en rebeldía, que sin duda luego esgrimirían como argumento para su defensa ante los tribunales de depuraciones políticas o militares durante el franquismo. A la deserción le siguen supuestos delitos de traición, negligencia, abandono del servicio, sabotaje, inutilización voluntaria o involuntaria, desobediencia, insulto a la fuerza pública y altercados menores propios de taberna. Las autolesiones, como decimos, son un continuo en estos sumarios, siendo las predominantes los disparos en el pie. Por un lado, la "cobardía" (el miedo humano) es una realidad en muchos milicianos, movilizados y obligados a la fuerza a empuñar las armas; por otro, también es cierto que los accidentes son frecuentes ante el escaso manejo del armamento, en muchos casos obsoleto o de difícil familiaridad, al tratarse de armas extranjeras.

Caja de Recluta nº 8 de Jaén
Por ignorancia, muchos mozos no se presentaban a la Caja de Reclutas, siendo declarados como desertores. Es lo que se conocía como deserción simple, es decir, por desconocimiento.

En lo que respecta a la naturaleza o vecindad de los milicianos o soldados del Ejército Popular, hay evidentemente una preponderancia de aquellos que proceden del levante español, en manos republicanas durante toda la guerra. Son mayoría los provenientes de la provincia de Jaén, Granada o Córdoba; aunque también lo son los naturales de provincias como Tarragona, Lérida, Barcelona, Murcia o Valencia, habiéndonos topado con dos checoslovacos, que ejercían como practicantes en dependencias médicas. En menor cuantía estarían aquellos oriundos de Cáceres, Santander, Almería, Cartagena o Madrid. En su mayoría pertenecen a las Brigadas Mixtas creadas a inicios de 1937, dentro del IX Cuerpo de Ejército de la 20º División que actuó en el Frente de Andalucía o Frente Sur. Entre las Brigadas Mixtas destacan la 76, con sede en Martos-Alcaudete; la 148, en Andújar-Torredeonjimeno; la 80, en el sector centro, Granada y Benalúa de las Villas; la 89 Brigada, asentada en el frente de Villa del Rio (Córdoba); la 139, que se movía en el frente de Torredonjimeno/Higuera de Calatrava; la 86 en Membrilla (Jaén) y otras como la 93 (Ventas de Montañés) o la 39. Una de las últimas en aparecer sería la 147 Brigada Mixta, que actuó en el frente de Andalucía a finales de 1938 y principios de 1939. No faltan tampoco los cuerpos auxiliares como Carabineros; Batallones de Fortificación; Cuerpo Médico; Transportes; milicias civiles, ...

Ficha de filiación militar del cabo de Pedro Moreno Raya, natural de Higuera de Arjona (Jaén)
Ficha de filiación militar (1937)
En las tres cajas consultadas, de las cuales hemos fotografiado aquellos documentos más relevantes para nuestra investigación, nos hemos topado con tres porcunenses o vecinos de Porcuna. Se trata de Juan Gómez Muñoz, natural de Marmolejo, pero vecino de Porcuna, acusado de deserción simple por no presentarse a filas tras el llamamiento de su quinta. Esta persona sabemos que sería juzgada en posguerra, y que previsiblemente falleció en la cárcel de Jaén alrededor de 1943, aunque por desgracia es poca aún la información que tenemos, ya que la misma proviene de sumarios abiertos a otros reos. Otro sería Francisco de la Villa Bueno, de 22 años, soltero y nacido en Porcuna. Sabemos que se encontraba de permiso en Jaén, y pertenecía como voluntario a la 24º Brigada Mixta, 1er. Batallón, con destino en Aranjuez en septiembre de 1938. Fue detenido por un altercado en la vía pública, ingresando en prisión el 4 de septiembre de 1938. Finalmente se demostraría que había abandonado su unidad y regresado a Jaén sin permiso de los mandos. Fue condenado por deserción e ingresado en Batallón Disciplinario de Combate nº 1 con sede en Huelma (Jaén). Otro paisano localizado es Juan Gutiérrez Bellido, de 18 años de edad en 1937. Fue acusado de deserción por abandonar el frente de Arjonilla donde se encontraba en un Batallón de Zapadores el 8 de noviembre de 1938. Se trata, sin duda, de la "Quinta del Biberón". Suponemos que en el resto de documentos que vayamos consultando con posterioridad encontraremos a otros paisanos.

También os dejamos este enlace para que podáis ver algunos documentos, sellos de las brigadas mixtas, fichas de filiación militar, cajas de reclutas, ... que hemos colgado en nuestro apartado de flickr.

Para contactar con nosotros podéis hacerlo por alguno de los medios abajo indicados. Gracias a todos por vuestra lectura y paciencia si habéis llegado hasta aquí.

Fuente:

- Tribunal Permanente de IX Cuerpo de Ejército Republicano (Jaén). Cajas 1,2 y 3. Archivo Histórico del Tribunal Militar Territorial Togado Segundo de Sevilla. Consultado los días 26 y 27 de julio de 2012.

Precio en Amazon: 31,35 €

jueves, 26 de julio de 2012

Porcunenses en la "Batalla del Jarama"


"Regala un libro para escribir otro"

La conocida como "Batalla del Jarama" supuso un antes y después para el ejército sublevado. En ella, tras sangrientos combates, la República pudo mantener en su poder la capital de la España leal. Franco, por su parte, cambiaría de estrategia bélica ante la imposibilidad de tomar Madrid.

"Regala un libro para escribir otro"
Aunque sobre esta batalla se han vertido rios de tinta, sobre todo por la heroicidad de las Brigadas Internacionales, hoy por hoy es bastante desconocida la participación en la misma de una Brigada que prácticamente estaba compuesta por jiennenses voluntarios. Nos referimos sin duda a la 24º Brigada Mixta del Ejército Popular de la República, formada principalmente por voluntarios de esta provincia a lo largo de los meses de noviembre y diciembre de 1936. A Jaén llegaron en esos meses cientos de voluntarios provenientes de todos los pueblos, pertenecientes en la mayoría de los casos a las Juventudes Socialistas Unificadas o al Partido Comunista. Aunque aún no tenemos las cifras totales de los combatientes porcunenses enrolados voluntariamente en esas improvisadas Milicias de Jaén, lo cierto es que el número tuvo que ser significativo por las fuentes y documentos consultados, llegando incluso a pensar que formaron casi un batallón de unos 400 voluntarios.

Los milicianos porcunenses hicieron un breve periodo de instrucción militar en el antiguo seminario de Jaén. De allí, en enero/febrero de 1937 fueron trasladados al frente de Madrid, al Jarama, en los alrededores de Morata de Tajuña y la Cuesta de la Reina. Eran y serán, los componentes de la 24º Brigada Mixta, formada por cuatro batallones donde la mayoría de sus componentes eran, como decimos, de la provincia de Jaén. 


Los testimonios orales de algún superviviente de esa Brigada, así como alguna de las incripciones que hemos podido rescatar del registro civil de Porcuna (Jaén), nos indican, sin miedo a equivorcarnos, que fueron muchos los que dejaron su vida en el mes de febrero de 1937 en aquella batalla, al que le seguiría un goteo intermitente de fallecidos en los meses posteriores. Esas mismas fuentes nos hablan de dos grandes fosas donde yacen sus cuerpos: una, en el propio cementerio de Morata de Tajuña; la otra, aún por descubrir e identificar, se situaría cerca a una central eléctrica, poco antes de llegar a Madrid.

"Regala un libro para escribir otro"
Varios son los autores que se han dedicado a esta batalla, pero muy pocos han estudiado en profundidad la importancia en la misma de la 24 Brigada Mixta, que sin apenas preparación militar, fue diezmada en aquellos primeros meses de 1937. Nuestro presupuesto, como ustedes saben, apenas da para cubrir los gastos de mantenimiento del blog y nuestras bases de datos. Por ello, como siempre, apelamos a la generosidad y al altruismo recíproco para proveernos de alguno de los libros que aquí colocamos en relación a esa batalla, y que nos son imprecindibles para rastrear la batalla y la participación de los soldados porcunenses. Otras obras pertenecientes a ese acontecimiento podéis consultarlas en nuestra "lista de deseos" de Amazón. Especialmente estamos interesados de Jesús González del Miguel.

Gracias por vuestra colaboración, y esparamos, con vuestra ayuda, recuperar del olvido a esos cientos de jóvenes porcunenses que dieron su vida combatiendo al fascismo invasor.



Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)


lunes, 9 de julio de 2012

Cartas desde la cárcel: "En capilla". 3ª entrega.

Juan Pérez Zumaquero rodeado de compañeros de armas
Juan Pérez Zumaquero (primero por la derecha) junto a otros compeñeros de armas


 A Juan Pérez Montilla, hijo de Juan Pérez Zumaquero, asesinado,  
por su lucha infatigable contra la desmemoria.

"Estoy deshecho Ana esposa del alma, muero como los hombres solo, con mi corazón en vosotros, en ti, mi hijo que no ha podido conocer a su padre, en mis padres de mi alma, esos viejos queridos que tanto han trabajado por mí".

A Juan Pérez Zumaquero lo detuvieron en Valencia junto a su gran amigo, Rogelio Gómez Díaz, "Cómpeta", un 9 de abril de 1939. Los dos habían desistido ya de abandonar España por Francia, los dos sabían que su futuro era incierto. Los dos fueron detenidos por un agente afecto a la Comisaría del Cuarto Sector de la Columna de Orden y Policía de Valencia. Los dos sabían quién los detenía, lo conocían bien, demasiado bien. De hecho había sido compañero suyo en las juventudes socialistas, pero la guerra, salvar el cuello y hacer méritos en el nuevo régimen, impulsó al agente, paisano suyo, de Porcuna, a detenerlos. Él sabía quiénes eran, dos "piezas" de masiado golosas para dejarlas escapar en algún barco o camino de Francia. Juan había sido secretario de la Agrupación Socialista de Porcuna; presidente de las Juventudes Socialistas y articulista en el diario provincial socialista "Democracia". Desde allí hostigó, con su pluma, el régimen caciquil, la subyugación en la que vivía la clase obrare porcunense. Rogelio, comisario político durante la contienda, había ostentado las responsabilidades más altas dentro de Izquierda Republicana, perteneciendo al Comité Local del Frente Popular, siendo el encargado directo del abastecimiento a la población civil después del golpe de estado. Los dos serían trasladados a la prisión provincial de Jaén, los dos serían juzgados, aunque el destino fue distinto para cada uno. A ninguno de los dos se les aplicó el "habeas corpus". Juan Pérez fue juzgado el 17 de abril de 1940 en Jaén, en un juicio a todas luces ilegal. Fue condenado a la última pena por un delito de adhesión a la rebelión militar. ¡Qué hipocresía ¿no?!. Los verdugos se alzan en armas contra el gobierno legítimo de la República, y los defensores de ésta son juzgados por rebelión militar. El 11 de octubre de 1940, "el Jefe del Estado se da por enterado" (sic) de la pena impuesta dando su visto bueno, ratificándolo el Auditor de Guerra en Córdoba. ¡La suerte estaba echada!, ¡el reloj comenzó la cuenta atrás!. ¡No habría clemencia, ni Juan Pérez la solicitó!. Sabía perfectamente porqué moría, conocía a sus asesinos, aquellos a los que había combatido desde siempre, primero con la pluma y después con la espada que ellos le arrojaron en las manos cuando se alzaron en armas. Moriría como un hombre libre, mirando fíjamente a su pelotón de fusileros. No se arrepentía de nada, salvo de dejar viuda y un hijo que había nacido pocos meses antes. Sabía que dejaba a su familia cuando más necesitaban de su ayuda, de sus brazos, de su mísero jornal, si es que conseguía alguno. ¡Habían perdido la guerra!, todo volvería a ser como antes de la República fenecida; pero a él además le quitaban también la vida, lo alejaban de los suyos. ¡Lo sabía!.
Dibujo de su esposa Ana
A Juan Pérez le comunicaron la sentencia de muerte ese mismo 11 de octubre de 1940. Pasó al pabellón de los condenados a la última pena en la prisión provincial de Jaén. Aislado del resto de los reclusos comenzó a compartir los últimos días de su vida con sus compañeros de destino, aquellos que lo acompañarían hasta el cementerio de San Eufrasio. Encerrado entre cuatro paredes, Juan solo pensaba en su hijo, en su pequeño retoño al que solo había abrazado una vez. Pensaba en su esposa, Ana, en sus pobres padres y en el resto de su familia, que tanto habían hecho por aquella pareja que se casó en Torredonjimeno en el año 1937. A Juan le quedaban pocos días, pocas horas de vida. Lo sabía, era consciente. Se preguntaba una y otra vez qué había hecho para estar en esa situación. Lo sabía. Sabía que habían perdido la guerra; que su crimen sería político, por ideas. Sabía por los cerrojos de las celdas que todas las madrugadas se llevaban un puñado de hombres al matadero. Era consciente de que iba a morir. ¿Qué hacer para impedirlo?. ¡Nada!, no había vuelta atrás. Si no eran las balas, sería el hambre o las enfermedades del presidio. Sabía, que aunque le conmutasen la pena capital, no se libraría de la pena de inferior grado, los 30 años, cinco como mínimo de trabajos forzados en alguna mina del norte, o fortificando los alrededores de Gibraltar. 

Pensativo, taciturno, solo le quedó escribir en aquellas horrendas tarjetas postales patrióticas. Quería despedirse de todo el mundo, ¡quería dejarle claro a su hijito que él había sido un hombre bueno, que no creyese nada de lo que le dejisen!. Él había luchado toda la vida por un mundo más justo, nunca luchó por él, sino por todos por igual. ¡Papel, lápiz, tabaco!. Necesitaba los tres ingredientes para seguir escribiendo, para no escuchar los lamentos de sus compañeros de celda. Sí, quería derribar los muros con su lápiz, ¡aún se sentía fuerte con su pluma!, aprovechaba todos lo rincones de la postal, incluso el sobre estaba garabateado en todas las direcciones posibles. Dibujó a su compañera, a la madre de su hijito. ¡No!, no podía olvidarla, quería recordarla siempre, aunque estuviese entre cuatro muros. A veces se despertaba en la penumbra de la noche, se creía libre, como si todo hubiese sido un mal sueño. ¡No podía ser verdad lo que estaba viviendo!. Aquello era inhumano, injusto, despreciable. No lo quería comprender, no podía racionalizar las matanzas que se llevaban de noche en las tapias del cementerio. No quería creerlo, aquello debía ser una horrenda pesadilla. Finalmente quedó de nuevo dormido.

Su última noche la pasó en vela, hacía frio y estaba hambriento. Sacó la punta de un lápiz, y un trozo de papel de estraza que guardaba como un tesoro en el bolsillo y meditó sus últimas palabras. No quería olvidarse de nadie. A sus 29 años, con una sobriedad pasmosa, delante de un jirón de papel se puso a escribir: 


En capilla, 30 de diciembre de 1940 (Prisión Provincial de Jaén)

Querida esposa e hijito. Os escribo mi última carta ya que al amanecer de este día muero y no os vuelvo a ver más, y quiero Ana, esposa mía, recomendarte que seas buena con nuestro hijo y le cuides y lo eduques con el cariño de una buena madre como tú eres.

Recuérdale a mi hijo el nombre de su padre muchas veces si por azar de la vida llegas a casarte con otro hombre. Sólo te deseo que seas más feliz que has sido conmigo.


Yo, esposa mía te quise hacer feliz, pero las circunstancias de la vida te han hecho una desgraciada. Yo te pido en los últimos momentos de mi vida que me perdones si algún mal te hice en el tiempo que te he conocido.

Tengo y muero con la confianza de que serás buena madre para nuestro hijo.

También te ruego que hagas todo lo que puedas, por mis pobres padres que quedan en el mayor desamparo y viejos. Tened ánimo y vivir vosotros que yo ya nada puedo. Estoy deshecho Ana esposa del alma, muero como los hombres solo, con mi corazón en vosotros, en ti, mi hijo que no ha podido conocer a su padre, en mis padres de mi alma, esos viejos queridos que tanto han trabajado por mi. Pienso en ti Josefa, Juan, Juan Manuel, su esposa, en ti Agustina. Besos a todos. Josefa quiere mucho a mi hijo, es un huérfano... María Encarnación su yerno le desea salud y le manda sus últimos besos. A mi hijo del alma muchos besos muchos. Tú, querida esposa viuda desgraciada recibe los últimos besos de tu esposo que no te olvidó nunca.

Juan
Siendo 30 del 12 de 1940

Última carta de Juan Pérez Zumaquero antes de ser asesinado

A las 7 de la mañana se presentó el páter de la prisión en su celda. Poco antes le habían comunicado la hora de la ejecución. "¡Firme aquí!, donde pone digilencia de notificación", balbuceó el secretario del juzgado. Juan se negó, fue su último acto de rebeldía ante sus asesinos. Tampoco aceptó los últimos sacramentos del cura de la prisión. "¡Habrá mayor hipocresía que confesarte primero, paro luego darte en el paredón la extremaunción!", -pensó-. Se abrió el portillo de su celda. Delante de él había otros compañeros de destino. A las 7,30 de la madrugada, en un camión sin luces, llegaron al cementerio de San Eufrasio. El primer fusilamiento se había realizado a las 7,00 de la mañana. Aún no habían enterrado los cuerpos de los veinte compañeros asesinados, que informes, se amontonaban junto a la fosa. Ahora les toca a ellos, a los veintiún restantes que conforman la cuerda de condenados de aquel macabro amanecer. En ella está Bernardino Casado, Francisco Madero, Benito Moreno y Dionisio Siles, todos vecinos de Porcuna. 

Cuarentaiún inocentes fueron fusilados en las tapias de San Eufrasio (Jaén) aquél fatídico 30 de diciembre de 1940, y sepultados en la fosa 702, la tumba más ominosa de toda la provincia de Jaén.

Descansa en paz Juan.


Fuente:  
- Fotografías y carta de Juan Pérez Montilla, al que agradecemos enormemente su autorización para ser publicadas.

Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)


Regala un libro para escribir otro.
 
 El Ejército Popular de la República

domingo, 8 de julio de 2012

Cartas desde la cárcel: "Recuerdo para mi hijo", de Juan Pérez. 2ª entrega.

Franco en una postal de época
Franco, en una de las postales utilizadas por los presos para comunicarse con sus familias.
" Te fuistes, yo me quedé, entre paredes y rejas, lleno de pena, pensando cuando sería la próxima vez que te vería"





En la prisión de Jaén 19 de mayo de 1940

Mi queridísimo hijo: continuando mi carta de fecha 12 del corriente, carta número uno, te escribo ésta deseando te encuentres tan robusto y saludable como cuando te escribí la otra, yo quedo bien hasta esta fecha.

Querido hijo, te vi por segunda vez el día doce del corriente mes, la primera fue el veinte y ocho de noviembre de 1939, entonces me encontraba en la prisión de Santa Úrsula en esta capital, entonces sólo tenías tres meses menos un día, te llevó mamá, fueron también los abuelitos, Manuel y Gracia. Éstos fueron andando, mamá y tu fuisteis en el coche de Ureña, cuan grande fue mi alegría al verter, tan hermoso, tan guapo, eras el hijo por mi deseado, eras el hijo soñado por mi tantas veces, eras también el hijo que no pudo recibir las caricias y la calor de su padre, mamá le rogó al vigilante de la prisión para que la dejara que te entrase dentro, pudo conseguirlo, te cogí en mis brazos, y era tan grande mi emoción que no acertaba a decirte nada, te besé muchas veces, con ese amor de padre, te apreté contra mi pecho, igual que el avaro que piensa que teniendo su capital entre sus brazos se lo van a quitar, tú eras todo mi capital, eras mi tesoro, sólo te pude tener en mis brazos unos segundos, no permitían más las leyes de la prisión, te cogió mamá y os retirasteis con los abuelitos, yo quedé como quien ha despertado de un ensueño en el cual ha sido dichoso, y luego ve que sólo ha sido una ilusión sólo me quedó grabado, tu cara angelical, tu nobleza. Te fuistes, yo me quedé, entre paredes y rejas, lleno de pena, pensando cuando sería la próxima vez que te vería. La fatalidad me persiguió al comparecer el día 17 de abril ante un consejo de guerra el cual viendo las acusaciones que unos hombres me hacían de delitos que no cometí, me condenó a la última pena, a raíz de esto fui trasladado a la prisión provincial el día 22 del mismo mes, dormitorio número 2 donde habitamos muchos más en las mismas condiciones. Llegó el día 12 y te vi la segunda vez, tenías ya ocho meses y once días, entonces no pude besarte, no pude cogerte en mis brazos, no lo permitían, me tuve que conformar sólo con verte, estabas hermoso, guapo, eras ya casi un hombre, mamá me dejó tus retratos, única ilusión que me quedó al retiraros. ¡Con qué orgullo mamá te llevaba en brazos!. ¡Con qué pena quedaba tu padre haciéndose la misma pregunta que la primera vez que te ví! ¿Cuando le veré otra vez? Desde que viniste a este mundo en que los hombres viven dichosos matando a otros hombres, sólo te he visto dos veces hasta esta fecha, y naciste el 29 de agosto de 1939, según me comunicó mamá el día 31 del mismo mes.
Juan Pérez Zumaquero, con uniforme de teniente
Juan Pérez Zumaquero, con uniforme republicano

"¿Cuando le veré otra vez? Desde que viniste a este mundo en que los hombres viven dichosos matando a otros hombres, sólo te he visto dos veces hasta esta fecha, y naciste el 29 de agosto de 1939"

Para terminar ésta te aconsejo igual que en la otra que si por la fatalidad o por lo que sea no llegases a conocer a tu padre no lo olvides y tenlo presente, y jamás pienses que fue malo, cuando seas hombre se estudioso y honrado, no hagas nunca mal a nadie, quiere mucho a mamá, a los abuelitos, a tío Juan Manuel y Josefa y tía Agustina, que ellos todos fueron buenos con tu padre. ¡El mayor orgullo del hombre es la honradez!

Sin más por hoy te mando sus besos y el cariño este que tanto te quiere y no te olvida, tu padre:

Juan Pérez (Zumaquero)

Fuente:  

- Fotografías y carta de Juan Pérez Montilla, al que agradecemos enormemente su autorización para ser publicadas.



Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)


Regala un libro para escribir otro.
 
 El Ejército Popular de la República

sábado, 7 de julio de 2012

Cartas desde la cárcel: "Recuerdo para mi hijo, su padre Juan". 1ª Entrega


Posando en el estudio. Juan Pérez Zumaquero,
Juan Pérez Zumaquero, en una foto de estudio

Comenzamos una nueva serie de publicaciones que bajo el título "Cartas desde la cárcel" pretende acercar al lector al mundo penitenciario de posguerra. Las misivas, evidentemente, están escritas por los reos condenados por los tribunales militares facciosos, y los destinatarios suelen ser por regla general los familiares más cercanos. De estas cartas han logrado salvarse algunas, aunque no todas. De las remitidas por los familiares a los presos, son pocas las que nos han llegado, habiendo sido destruidas por los funcionarios de prisiones en el caso de los reos condenados a muerte.  También las hay pediendo clemencia, aunque nosotros no disponemos de ninguna. Otros documentos, como postales, diarios, o la propia transmisión oral podrían completar el hecho histórico.

Las cartas, tanto las de salida, como las de entrada, tenían que pasar obligatoriamente por la censura de la prisión, aunque alguna, como la que hoy traemos aquí, pudieron filtrarse y llegar a sus destinatarios a través de los familiares o amigos que visitaban a los condenados. La mayoría, como decimos, pasaron por la censura de la prisión, y en consecuencia cualquier referencia o crítica al nuevo régimen fue suprimida de las mismas. El prisionero aprendió pronto a sortear la censura y a los censores, bien a través de un precario lenguaje encriptado, que iría perfeccionándose con el paso de los años, bien mediante circunloquios o prosopopeyas; amén del comienzo de las primeras organizaciones clandestinas dentro de los presidios.

La misiva que hoy traemos la dirige Juan Pérez Zumaquero a su hijo, Juan Pérez Montilla, que nació estando su padre en la cárcel de Jaén y al que apenas pudo ver en contadas ocasiones. Juan Pérez Zumaquero fue un hombre de su tiempo, un luchador comprometido social y políticamente con las capas más humildes  de una sociedad a todas luces injusta. Vinculado sindicalmente a la UGT y políticamente al PSOE, donde ocupó varios cargos, durante la contienda se marchó voluntario a combatir por la República alcanzando el grado de teniente. Fue detenido en Valencia finalizada la contienda por un paisano suyo. Su idea originaria era pasar a Francia, pero el avanzado estado de gestación de su esposa, Ana María Montilla Casado, le hicieron desistir del intento volviendo sobre sus pasos. Trasladado a prisión provincial de Jaén, sería juzgado por un tribunal faccioso y condenado a la pena de muerte, siendo fusilado el 30.12.1940, en el cementerio de San Eufrasio. De él, por suerte, y gracias al tesón de su hijo, que ha movido cielo y tierra para reparar las injusticias cometidas, tenemos muchísima documentación. Al margen de sus publicaciones asiduas en el periódico Democracia, nos han llegados sus cartas, así como un diario que escribió en las cárceles por las que pasó, pero eso es otra historia. 

Os dejamos sin más preámbulos con la carta de un padre a su hijo, ante la impotencia de verlo crecer, educarle y amarle. ¡Gracias Juan!.

"se un hombre honrado y estudioso, aborrece la maldad y la injusticia, desprecia la servidumbre, ayuda y ampara al débil, y al necesitado, serás siempre un hombre libre, deberás despreciar al que quiera esclavizarte, no admitas jamás que te avasallen, los poderosos y los ricos, supérate en hacer siempre bien, no pienses jamás en hacer mal a nadie"


Posando: el teniente Juan Pérez Zumaquero (con pipa)
Juan Pérez Zumaquero con el grado de teniente. De pie y fumando en pipa


Recuerdo para mi hijo, su padre Juan 

En la prisión de Jaén el día 12 de mayo de 1940

Queridísimo hijo, aunque todavía eres un ángel para poder saber lo que este escrito contiene, quiero mandártelo como un recuerdo sagrado de tu padre, para que cuando la naturaleza te haga hombre y la luz de la inteligencia alumbre tu cerebro puedas leer estos consejos, y esta declaración de conciencia que tu padre te hace. ¡Ojalá! sea yo quien te la lea algún día, pero si por azar de la vida yo no pudiera hacerlo, te pido, hijo del alma, que lleves a la práctica todo lo que aquí te digo. Igualmente te digo que si no llegases a conocer a tu padre, no creas jamás que fue malo.

Hijo querido aunque no me falta ni la fe ni la esperanza de verte algún día y besarte, tampoco debo negar que mi vida depende en estos momentos de mis acusadores de los cuales nada bueno puedo esperar, ya que les empuja una ola de odio que les ciega la vista, y les corrompe la conciencia. Si se llegase a perpetrar contra tu padre el crimen que tienen tramado, morirá como los hombres, tranquilo y sereno, trasmitirá sus últimos besos para ti, y para mamá, pediré seas bueno con ella, que todo se lo merece, mamá es una santa, quiérela mucho, se un hombre honrado y estudioso, aborrece la maldad y la injusticia, desprecia la servidumbre, ayuda y ampara al débil, y al necesitado, serás siempre un hombre libre, deberás despreciar al que quiera esclavizarte, no admitas jamás que te avasallen, los poderosos y los ricos, supérate en hacer siempre bien, no pienses jamás en hacer mal a nadie.

Así pensaba tu padre, al que tú no conocistes, y por pensar de esa forma fue condenado a muerte, pensaba en una humanidad justa donde no hubiese explotadores ni explotados, fue enemigo de una sociedad injusta, donde al obrero se le quería tener como una bestia de carga, donde sólo tuviese derecho al trabajo. Así pensaba tu padre al que tú no conocías cuando preso se encontraba. Tú vinistes al mundo cuando paredes y rejas de hierro prohibían a tu padre correr a tu lado, tenderte los brazos y recibirte, con el gozo, la alegría y deseo que tanto ansiaba él. No le conocías no y no se si llegarás a conocerle algún día. Si la fatalidad no lo permitiese, que te besara, te pido que sigas mis consejos, a mamá le encargo que te bese en mi nombre y que te hable de mi cuando seas mayor, para que no me olvides. Que no pienses jamás mal de tu padre, siempre fue honrado, no lo condenaron por ladrón, ni por criminal, puedes caminar por todas partes con la cabeza muy alta, que por nada tienes que avergonzarte, los que no podrán vivir tranquilos con sus conciencias son los causantes de mi suerte. Yo espero tranquilo mi destino, mi conciencia está tranquila, y mi inocencia probada, que dispongan los que puedan de mí, todo lo espero. Sin más quiere mucho a mamá, a los abuelitos, a los tíos, se bueno y ayúdales cuando seas hombre y lleva siempre como recuerdo el nombre de tu padre, el que tanto te quiere y te manda muchos besos toda la vida, y espera cumplas sus consejos .

Tu padre Juan Pérez

Carta de Juan Pérez Zumaquero a su hijo, Juan Pérez Montilla, el 12 de mayo de 1940
Para finalizar, después de esta desgarradora misiva, invitamos a los lectores a desempolvar los baúles, hurguéis en los cajones, hatillos de fotos "viejas", para recuperar la memoria social de aquellos, que sin duda, no merecen que su nombre se pierda en la Historia. Aquí estaremos para publicarlas, si así es vuestro deseo. Gracias.

Fuentes:
- Fotografías y carta de Juan Pérez Montilla, al que agradecemos enormemente su autorización para ser publicadas.


Apartado de correos nº 47-23790. Porcuna (Jaén)


Regala un libro para escribir otro.
 El Ejército Popular de la República